Todo tiene un final

Muchas historias me han ocurrido desde que dejé de escribir hace un año. Realmente no recuerdo cúal fue la razón exacta por la que acabé así, pero aunque me pese, llevaba un año en sequía agonizando entre el cursor parpadeante y mi situación cambiante. Atrás deje un amor verdadero, una vida utópica en el paraíso y muchas decisiones importantes que me han llevado hasta el día de hoy.

La necesidad de crecer y explorar la llanura que alberga la senda del viajero ha estado eclipsada por la necesidad del pragmatismo y la cordura que necesito para poder afrontar nuevas metas venideras. Con ello no quiero decir que hace un par de años estuviera loco y desbocado a 13.000 km de donde nací pero nunca está de más decir que actualmente me siento bien conmigo mismo ya que las decisiones que tomé en el pasado fueron total y absolutamente correctas; y mi presente se siente enormemente respaldado en consecuencia.

Ahora bien, como en toda historieta de vida y muerte, me encuentro en la recta ascendente y ya sabemos todos que todo lo que sube, termina en un clímax y vuelve a bajar vertiginosamente hasta que no tiremos del arnés. Quisiera controlarlo. De verdad.

Quizás tampoco sea el propósito de nuestra vida el vivir en un constante carrusel de aventuras, desengaños, éxitos y fracasos; pero bien se sabe que debemos tomar las riendas de nuestras vida porque nadie puede hacerlo mejor que nosotros mismos. Y si, hablo de nosotros, ya que realmente cuando escribo no puedo evitar dar una reflexión final para, en cierta manera, cambiar mi mundo y quien lo rodea.

Seguiré con mis convicciones. Espero que vosotros también.

G.Z.

A mis amigos.


Comentarios

Entradas populares